Muchas veces, cuando alguien me contacta para iniciar un proceso de duelo, empieza sintiendo la necesidad de justificar por qué me está buscando. «Se que no es tan grave pero»; «No se porqué me está dando tan duro». O por el contrario, cuando se que alguien a quien conozco está pasando por un momento difícil y le mando un mensaje recordando que ahí estoy para lo que necesiten, me responden: «Tranquila, yo lo puedo manejar sol@»o si me complico te busco…
¿Por qué será que sentimos la necesidad de justificar nuestro dolor emocional? ¿Por qué creemos que tenemos que poder solos y únicamente contemplamos buscar ayuda cuando evidenciamos que definitivamente ya no damos más?
Necesitar ayuda o apoyo no es señal de debilidad. Por el contrario, creo que pedir ayuda es de valientes. Hace mucho más daño pretender, evadir u ocultar.
El duelo es una experiencia intensamente personal que no se puede comparar con el viaje de nadie más. Todo el mundo experimenta el dolor a su manera y qué duele o cuanto es imposible de cuantificar.
A pesar de esto, muchos de nosotros sentimos la necesidad de justificar y/o comparar. Esto no ayuda a sanar, por el contrario nos lleva a los viciosos círculos de la culpa, de minimizar, esconder o de evitar.
Los invito a apropiarse de sus dolores y a darles el lugar que les corresponde. No se deben esconder ni tampoco agrandar. El dolor no se compara ni se clasifica. Se siente, y solo quien lo vive es quien lo debe determinar. El dolor no se debe justificar.