Leyendo un estudio sobre la preparación para el final de la vida encontré una referencia al término piedras angulares de la vida. El mismo se usaba para describir los momentos más determinantes durante nuestra vida. Esos eventos clave que han determinado quiénes somos, que nos han «construido» como personas.
Son estos eventos clave los que al final, todos examinaremos a medida que nos acerquemos al final de nuestra vida. Los revisaremos consciente o inconscientemente.
En los casos de muerte gradual, por enfermedad o vejez, o en momentos de crisis o quiebre en nuestra vida, nuestra mente empieza a darle vueltas a estas preguntas: ¿Qué he hecho o estoy haciendo con mi vida? ¿De qué estoy orgullos@? ¿Qué otras vidas ha tocado o impactado? Podemos compartir esos pensamientos o podemos guardarlos en lo más profundo de nuestro ser, pero la verdad es que están o estarán ahí.
Para aquellos de nosotros que trabajamos con procesos de duelo y el final de la vida, es super importante saber que esos pensamientos estarán presentes y buscar la oportunidad de escucharlos. Saber hacerlo es fundamental para hacer un proceso adecuado de muerte o de duelo.
Procesar nuestra vida implica darle una mirada a los compartimentos más importantes por decirlo de alguna manera. Esto se puede hacer recordando, compartiendo historias de vida o buscando responder las preguntas que mencioné antes.
Nunca es tarde para hablar o expresar. Se vale hablar de todo, es más creo que se necesita, de lo bueno, lo malo, los desacuerdos, los miedos, los agradecimientos, y claro sobre esto momentos determinantes que nos han hecho ser quienes somos.
La vida es como un rompecabezas de mil millones de piezas y durante un duelo o la muerte cercana, aunque parezca contradictorio, es ideal sentarse a armar las piezas, es decir a pensar sobre nuestra vida