Como cultura hemos romantizado la transformación de la oruga en mariposa. Hacemos referencia a ella para inspirar cambios, para hacernos creer que todo puede estar mejor más adelante, y si, sin duda así puede ser, pero en el mensaje nos saltamos los detalles del proceso, en los cuales, radica la esencia de la transformación. Queremos soluciones rápidas, saltarnos pasos, ir de la oruga a la crisálida a la mariposa, sin querer entender los detalles de cada parte del proceso.
Y nos saltamos esos detalles, porque entrar en ellos le quita el romanticismo, la fórmula mágica y revela verdades como que:
- La oruga literalmente se descompone en el proceso de convertirse en mariposa, se desintegra, se acaba, se vuelve nada.
- La oruga entra el proceso sin saber que va a pasar, sin tener garantizado el resultado, en total incertidumbre.
- Dentro de la crisálida hay oscuridad y mucha soledad por tiempo indefinido.
- Una vez la mariposa está formada, la lucha para salir es literalmente de vida o muerte, algunas lo logran, otras no.
Pero al final, en esas verdades y detalles está el proceso que deberíamos hacer cuando estamos en duelo, a eso debe ser a lo que nos referimos cuando usamos esta transformación como ejemplo.
- Debemos dejarnos desintegrar, descomponer, volvernos «nada». Porque solo cuando nos entregamos al dolor, podemos, como las orugas, reorganizar lo que queda para crear una nueva versión de nosotros mismos.
- Cuando tenemos la intención de sanar debemos soltar el control del resultado. Como le digo a quienes acompaño en sus procesos, no tenemos ni idea a donde vamos a llegar, ni sabemos «quién» va a llegar, lo único claro es que el que entra a un proceso de duelo consciente, no debe ser el mismo que sale.
- Cuando estamos en duelo no vemos por donde, nos sentimos solos y en el fondo de un lugar muy oscuro, y no, nunca sabemos cuánto tiempo va durar. Pero es allá, en el fondo, en la oscuridad y la soledad en donde se empieza a formar la nueva persona.
- Una vez renacemos, el proceso de salir al mundo nuevamente cuesta, duele, cansa. Tanto que a veces echamos para atrás, peleamos con el mundo o simplemente queremos dejar así.
- Pero cuando mantenemos la intención y decidimos quienes queremos ser en adelante debido a lo aprendido, cuando decidimos cómo queremos responder y entendemos que lo debemos seguir haciendo de ahí en adelante, en el momento que menos nos damos cuenta, salimos a volar, livianos, transformados y diferentes.